sábado, 4 de julio de 2015

No importa como empieces los días, importa como los terminas.



Para cuando termine el pan francés con mantequilla iban a ser las 9 de la mañana, había cocinado 4 panes, dos para ella y dos para mi, entre a la recamara con los dos platos y una mini-mesita; solo la toque un par de veces en las piernas, ella abrió un ojo y después el otro y sonrió. Yo sonreí también y volví a la cocina para traer dos vasos con chocomilk. Yo en las mañanas suelo ser muy callado, así que, solo me dedique a comer y a reir. ¿De que? No se, algunas veces sonrío por motivos tontos, ese día era porque tenía solo un calcetín en su pie.


Ella hablaba más que yo, a veces demasiado, nunca me molesto, pero ese día lo odie. Lo odie tanto porqué hablo demás, aun no comprendo porque dijo todo eso, ya lo había hablado antes, pero ese día no lo debió de haber hecho. Hablo de casarnos, de comprar una lavadora en una tienda departamental, de cuantos hijos quería y que nombres le pondría, hasta bromeo de que no invitaría a un par de amigos por “desmadrosos”.

En fin, todo el día no pasó realmente mucho, risas, ella con su habitual humor cambiante, de repente me preguntaba cosas muy raras, como por ejemplo: ¿Te lo seguirías dando conmigo si ya no somos nada? O de repente decía: No sabes lo afortunada que me haces al tenerte.

Obvio en ese momento, yo le creí. Siempre le creía. Y me emocionaba y apenaba igual o más de cuando me lo decía cuando apenas empezábamos a salir.

¡Vamos por una pizza hut! – Ella dijo. Fuimos por ella y, estando ahí su cara cambio, pensé que era porque no estaba su especialidad favorita o no sé. Yo no puse mucha atención.

Pedimos la pizza y le dije: Nos la comemos aquí ¿no?. Ella solo dijo: Mhm aja. Nos sentamos, no llevaba ni la mitad de la rebanada y me dice con voz baja: Deberíamos separarnos, o sea, darnos un tiempo, para estar solos. No sé, yo digo que es mejor.


Yo no supe que decir, solo le dije: ¿Un tiempo? ¿Y en la mañana hablabas de bodas, hijos y de comprar algo? ¿Qué te pasa? Dime la verdad. Y aquí vienen las palabras que jamás comprendí: Es que ni yo misma me entiendo, te quiero y mucho … pero necesito esto. Estar sola y pensar cosas, pero mira, yo se en el fondo de mí que estamos destinados a estar juntos y vamos a … (Ahí fue cuando me levante, tape la pizza y me salí. No la deje terminar) Me alcanzo y me dijo: ¡Hey perdóname enserio! Yo no quise decir eso. Yo solo me limite a sonreír y a preguntarle en que parte del carro dejaba la pizza. Me dijo; llévatela tú en tus piernas. Deje que se subiera al carro y abrí la puerta del copiloto deje la pizza y cerré. Empecé a caminar y ella sale del auto y me grita llorando: ¿Por qué haces esto? ¿Por qué lo haces más difícil? Yo solo negué con la cabeza y la voltee a ver y le dije: Caminaré, nos vemos de rato.


Estaba como a 50 min de la casa y ese largo camino a casa, se me hizo tan corto, pensé tantas cosas, ese día algo que sentía se fue y jamás volvió. Nunca entendí porque hizo lo que hizo y dijo lo que dijo. No quiero saber, a veces es mejor no saber. Pero aprendí una lección, no es como empiezas los días, si no como los terminas. El día puede ser engañoso, podrá estar soleado pero nunca sabes si al final del día se nublará y lloverá. Ahora reviso el pronóstico del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario